El sistema de Ford se basaba en tres grandes supuestos que eran compatibles con el mercado americano de principios del siglo pasado:
- Posibilidad de fabricar grandes volúmenes
- Máxima estandarización con la oferta limitada a un solo modelo
- Capacidad de imponer un producto de bajas prestaciones a bajo precio
En otra frase célebre, Ford decía que cualquier cliente podía tener un coche del color que quisiera, siempre y cuando fuera negro. Este escenario hoy es impensable, en un mundo mucho más competitivo y donde los clientes quieren un producto casi hecho a medida.
Esta fórmula del coche negro para todos tampoco funcionaba del todo bien en el Japón de mediados del siglo XX, con menos recursos y un mercado fragmentado. Ante esta situación de partida, para poder competir con América, la naciente Toyota tuvo que desarrollar, por necesidad, un sistema que pudiera conseguir productividad (para reducir costes) y flexibilidad (para dar respuesta al mercado) al mismo tiempo.
Este sistema, que permitió flexibilizar las líneas de producción en masa manteniendo una alta productividad, será conocido como TPS (Toyota Production System) y rebautizado como Lean Manufacturing por los observadores americanos que fueron a Japón a partir de los años ochenta.
Toyota nace como empresa textil en 1926 y empieza con la fabricación de automóviles en 1933, teniendo que competir con una industria americana ya madura que llevaba treinta años en marcha. A lo largo de los años, especialmente a partir de los años cincuenta, Toyota experimenta un impulso gracias a los ingenieros Taiichi Ohno y Shigeo Shingo que, entre otros, desarrollan el método y las técnicas del TPS.
Gracias a su excelencia, Toyota ha llegado algunos años (a partir de 2007) a ser el primer fabricante de automóviles con un ratio de productividad (medido como ventas/empleado) muy superior al resto, llegando, a más que cuadruplicar la media del sector.
Es importante subrayar que tanto éxito cosechado no se debe a mejores máquinas o mejores sistemas de información ya que éstos están disponibles para todo el mundo. Es simplemente una cuestión de filosofía y método, es decir, organización industrial.
Hemos visto que el valor añadido y el flujo ya estaban en metodologías anteriores. Si consideramos que la mejora continua es la esencia de cualquier reingeniería, llegamos a la conclusión de que, de los 4 principios Lean básicos, la aportación genuina y revolucionaria es únicamente el famoso JIT o Pull.
Es un método que permite ser más productivo pero que presenta también sus exigencias:
- Ser capaces de realizar una buena planificación de la demanda
- Integración de procesos y sincronización del conjunto
- Reducción de los tamaños de lote y tiempos de cambio
- Alta eficiencia de las líneas
El Lean se exporta a Estados Unidos y Europa en los años 80, primero en producción y luego al resto de la cadena de suministro y a partir de los años 90, se empiezan a ver ejemplos fuera del área de operaciones: en oficinas, administración pública, hospitales, banca, etc.
La primera línea de montaje de automóviles la pone en marcha Ransom Eli Olds (1864-1950), el creador de la marca Oldsmobile. Sin embargo, el invento se atribuye a Ford porque él es quien sintetiza las tres grandes ideas que hemos visto hasta el momento:
En las fábricas, el obrero se encuentra en una gran instalación donde debe interactuar con materiales, máquinas y muchas otras personas de distintas especialidades y niveles jerárquicos. Esto supone una creciente complejidad ante la cual hubo que empezar a poner orden.
La reingeniería es un proceso inherente a la historia de la humanidad: tratar de hacer cada vez mejor las distintas actividades para lograr una mayor eficiencia, es decir, para ser capaces de hacer más en el mismo tiempo.
En nuestra reingeniería, por el momento, hemos hecho lo siguiente:
El “Método Pull” o JIT (Just-In-Time) es la auténtica aportación del Lean. Tradicionalmente la producción se había organizado en lotes con el objetivo de minimizar el coste unitario por operación. Cuanto mayor sea el lote, menor es el impacto del tiempo perdido por cambio de actividad.
La aplicación de los principios Lean es sucesiva. De hecho, la eliminación del no valor añadido lleva irremediablemente a la creación de flujo, que supone la conexión de operaciones de valor añadido.
La metodología Lean define siete operaciones de no valor añadido o despilfarros a minimizar. Son las siguientes:
El Lean se compone de 4 conceptos básicos. Son los principios que definen el pensamiento Lean y que subyacen en todas las técnicas:
Hay una gran cantidad de títulos que cuentan las excelencias del método Lean con un afán divulgativo pero también inequívocamente propagandístico. Leyendo, por ejemplo, el gran clásico de James Womack y Daniel Jones: “Lean Thinking” (publicado por primera vez en 1996 y con sucesivas ediciones), se nos trata de convencer que la metodología funciona, pero a modo de dogma, sin entrar al detalle. Nos ponen algunos ejemplos, pero se limitan a exponer un punto de partida y las grandes mejoras conseguidas mediante la aplicación del Lean, como si fuera tan sencillo.